domingo, abril 26, 2009

Una conciencia olvidada

La República Democrática del Congo es un reloj de sangre que sale de las tinieblas y vuelve a las tinieblas. Estampas de una crueldad inusitada de una población que parece condenada al tormento de la guerra por culpa de las riquezas que atesora su suelo. La última ola de combates entre las tropas gubernamentales y el CNDP pone de manifiesto la incapacidad de la comunidad internacional de poner fin a un drama que parece que a nadie le interesa poner fin. Un numero indeterminado de muertos y el desplazamiento forzado de millones de personas son la realidad del testimonio de un conflicto olvidado que dura ya más de una década.

1 comentario:

María dijo...

Espeluznante relato.
Me he quedado con tres comentarios de estos tres periodistas:
La frase de Miguel Salvatierra:
"A nuestras costas llega ya la onda expansiva de esos conflictos a través de las pateras y cayucos que impulsa la desesperación por huir del terror y la miseria. Hay quien se ha dado cuenta de que si no cambiamos ciertas políticas, y por muchas barreras que se pongan, va a ser muy difícil evitar que la tragedia de África se nos caiga encima". La tragedia de África ya se nos ha caído encima. Vemos sus caras de esperanza cuando llegan a nuestras costas y la de angustia y desilusión cuando se ven sin trabajo, sin comida, sin papeles y con los gendarmes detrás de ellos para regresarlos a sus tierras.
O la de Alfonso Armada "Mobutu (el gendarme de Occidente en Kinhsasa) desempeñó muy bien su papel después de que, en un desolador arranque de la independencia, Patrice Lumumba fuera eliminado con la complicidad de los belgas, la CIA y los gendarmes katangueños que querían que la región más rica se independizara para que las multinacionales pudieran seguir haciendo su eterno agosto."
Europa no solo no ayuda a terminar con esas tragedias, sino que esas tragedias ocurren con el beneplácito de Europa...
Afortunadamente, también hay frases como las que nos cuenta Lorenzo Herrero, Director de Comunicación de Misiones Salesianas: "Y es hoy cuando jóvenes, incluso de 70 años, se aventuran a destacar frente a decrépitos ancianos imberbes sin recuerdos a los que aferrarse. Jóvenes que no aceptan excusas ni demoras a la hora de rebelarse frente al mundo en el que viven, capaces de mirar con otros ojos, con los ojos del Evangelio, la realidad que les rodea. Epígonos aventajados de Marcuse que han comprendido que para cambiar el mundo hay que comenzar por cambiar uno mismo."
Si queremos dar sentido a nuestra vida, si queremos que cambie el mundo, efectivamente, debemos empezar por cambiar nosotros mismos. No es la culpa de otros que el mundo vaya tan mal. Cada uno de nosotros tenemos nuestra cuota de falta... ¡Intentemos mejorar!