Mohamed, de 36 años, era profesor de artes marciales en Herat, la tercera ciudad más importante de Afganistán. Explica a la agencia France Presse que se ganaba bien la vida, pero que todo cambió un día cuando fue abordado por los talibán, quienes le propusieron unirse a ellos, «algo que no podía, en ningún caso, aceptar».
Tras unas consultas con sus allegados, Mohamed comprendió que no podía permanecer más tiempo en Herat. Decidió dirigirse a la vecina Irán con la esperanza de poder rehacer su vida. Pero el desencanto llegó muy pronto. «Los extranjeros no son bien recibidos en Irán», se lamenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario