MIGUEL MORA - Roma
Ya no quedan africanos a la vista en Rosarno (Calabria, en el sur de Italia). Las excavadoras demolieron ayer una de las fábricas abandonadas donde, cada año desde hace 20, se instalaban durante meses los temporeros subsaharianos que recogían la mandarina. La calma ha vuelto al pueblo después de tres días de revuelta, disparos y jaurías humanas. Quedan cerca de 100 heridos, cuatro de ellos graves (todos ellos africanos) y el éxodo de unos 1.500 inmigrantes. Ahora, Italia trata de digerir lo sucedido.
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Hace 2 años
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