domingo, febrero 20, 2011

DE CAMERÚN A VIGO SIN PAPELES Thomas cuenta su odisea

Por Ventura Pérez Mariño
«Los hijos en mi país son más una bendición que una carga; se cree que a alguno le irá bien y en una sociedad tan familiar arrastrará a los demás. Los hijos son una apuesta de futuro. Yo era el séptimo de ocho y fui elegido para viajar», explica Thomas antes de nada. Su madre le dio sus ahorros y su confianza, el equivalente a tres euros y el cariño materno. Viajaban dos: un amigo con 300 euros y él, con un mapa. Comenzaba el siglo y de Yaundé salieron dos hombres como si se tratase de un viaje organizado. Tomaron el tren, uno de esos tan llenos de colorido que nos gustan a los europeos y en los que, además de personas, viajan animales, y en los que se va provisto de comida ante la lentitud del transporte y las dudas sobre el tiempo que se tarda en llegar.

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