domingo, marzo 06, 2011

Un país de inmigrantes al que no le gustan los inmigrantes

Francesc Peirón Nueva York Corresponsal

Tres hombres se aferran a la basura. Desde la loma, en este cálido día de invierno, los montones de desperdicios resultan en apariencia considerables. Pero se antojan escasos para tantos arqueólogos de la miseria. Un corrido desgarra el silencio. “Llegaste demasiado tarde”, propaga una voz enlatada, ubicada en un lugar sin identificar entre un paisaje de edificios desmadejados, cochambrosos, de pintura raída.

“No hay trabajo”, se queja César Ballesteros, de 34 años. “Estoy buscando algo para vender y comprar tortilla”, explica con la mano haciendo de visera, que el sol le molesta al caerle sobre los ojos. Hasta poner la mirada en Estados Unidos resulta un suplicio.

No hay comentarios: