viernes, agosto 22, 2014

El drama de la inmigración

ABEL VEIGA Profesor universitario El drama de la inmigraciónINMIGRACIÓN y drama, historias de vida, de esperanza y tragedia, a veces de suerte, la suerte de llegar, pero empezar de cero. Vemos y no queremos ver. Oímos y no queremos escuchar. El cinismo y el egoísmo propio hacen que miremos a un lado más cómodo y tal vez menos exigente, el de la indiferencia. La indiferencia frente al drama ajeno, frente al dolor, frente a las tragedias. A veces nos conmovemos, o siquiera, aparentamos conmovernos pero frente al drama de la inmigración no cabe equidistancia. Tampoco debería albergarse silencio, el mismo que nos asoma al abismo, al acantilado de nuestra insolidaridad. No volvamos la cabeza, no lo hagamos frente al rostro golpeado de la pobreza, la miseria, la desnudez. Vidas truncadas ante la indiferencia de todos. De la soberbia de naciones ricas que miran con indiferencia el alma desgarrada de pueblos y sociedades condenadas a dictaduras, satrapías y oligarquías de poder que se reparten propiedades, recursos, riquezas. Europa y Occidente siguen naufragando en su crisis, de identidad, de valores, económica. Se habla de crear una comisaría de Inmigración. No nos importa nada ni nadie, salvo el yo, prisioneros de una oquedad inhumana y que nos asfixia como personas. La tragedia, el desgarro de cientos de personas que mueren en las costas de la Europa del sur, pero Europa rica, no nos quiebran ni rasgan el alma, ni siquiera la conciencia. Es el drama de la pobreza, pero es el drama de una desoladora Europa. Un mar lleno de cadáveres. Una barcaza o patera con cientos y cientos de vidas que anhelan, que aguardan, que esperan una oportunidad en medio de muchas zozobras. ¿Qué hacemos por los países pobres de África? ¿Qué estamos haciendo allí? No queremos ver, somos fantasmas sin voz, ni conciencia, ni alma, ni fuerza, ni coraje. Porque la indiferencia nos ahoga también, nos hace naufragar como sociedad, como pueblo, como padres. ¿Qué tenemos que enseñar a nuestros hijos? Dolor ajeno, dolor humano, tragedia sin límites. La misma historia, historia que no es apenas noticia. Es cruel, es rasgadora, como el tenue hilo que separa la vida de la muerte. Así es la mar, caprichosa incluso para escoger a sus víctimas. Abrazados con la espuma de las olas, bajo el rugido áspero y seco rompiente de la mar. Teñida nuevamente de negro, cual negra sombra. Los que mueren, los que no llegan, los que lo hacen en precarias condiciones, los que son golpeados y apaleados en la frontera a media noche, no importa si marroquí o española o en tierra de nadie. No parece que nos importe. No sentimos, no compartimos, no nos duele lo ajeno, apenas ni siquiera lo próximo y familiar. Somos pétreas figuras de rigidez e insensibilidad. Nuestro mundo se circunscribe a nuestro único interés. No importa el otro, lo otro, lo distante. Nada nos afecta. Reflexionemos. http://www.elcorreogallego.es/opinion/ecg/abel-veiga-drama-inmigracion/idEdicion-2014-08-21/idNoticia-885892/

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