martes, julio 05, 2016

Cuando la inmigración deja marca

05 Julio 2016 Carmen Echarri Alfa perdió parte de su pierna en Argelia, tras ser tiroteado por los militares. Ayer pudo terminar su camino tras formar parte de la expedición que llegó hasta la Potabilizadora en patera. Un amigo le ayudó durante toda la travesía sirviéndole de 'muleta humana'. Alfa no ha cumplido los 18 años pero ya tiene edad suficiente como para saber la crudeza de la inmigración, conocer incluso sus consecuencias cuando el camino emprendido no es como a uno se lo habían contado. Alfa no puede andar. Un compañero le hace de ‘muleta humana’, lo transporta por el camino de Ronda, se convierte en el apoyo necesario en esta última etapa de su periplo clandestino Atrás deja mucho sufrimiento. Demasiado. Parte de su pierna izquierda la perdió en el camino. Cuando atravesaba Argelia le dispararon varios soldados. Recuerda que ellos mismos le curaron, que le tuvieron que amputar parte de la pierna, que le dejaron solo. Desde hace dos años lleva intentando escapar de Marruecos. Discapacitado, le cuesta encontrar un trabajo con el que ganarse la vida. Ser dependiente en un camino tan peligroso como el que a diario emprenden sus compatriotas resulta una carga, se transforma en un obstáculo que muchos rechazan. Tranquilo, lanzando continuos guiños a su amigo, quien nunca se ha separado de su lado, Alfa recupera de entre sus prendas su teléfono móvil. Solo le queda llamar para informar de que está a salvo, de que ha podido cruzar. En Gambia esperan sus familiares, esperan quienes quedaron confiando en que iba a lograr su meta sin problemas. Este joven es sin duda el protagonista de la patera a motor que embarrancó en la mañana de ayer en la playa de la Potabilizadora. Junto a él viajaban otros 17 subsaharianos, quienes al llegar a la arena emprendieron carrera hacia el camino de Ronda. Vencidos por el miedo y el desconocimiento del lugar al que habían llegado sin patrón, siguieron el camino que les marcaba la intuición. Agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil se desplazaron hasta el lugar atendiendo a todos los inmigrantes, varones y de nacionalidades diversas como Gambia, Costa de Marfil, Mauritania, Sierra Leona, Camerún, Burkina Fasso, Guinea Conakry o Mali. Lo hicieron tras recibir una llamada del 112, que coordinó el desplazamiento de las unidades del ERIE de Cruz Roja, cuyos componentes verificaron que todos los jóvenes se encontraban en buen estado de salud. En el grupo había 4 menores, que serán atendidos por el Área de la Ciudad e ingresados en centros ajenos al CETI. Para los protagonistas de esta historia lo que estaba ocurriendo a pie de playa era llamativo, por eso querían inmortalizarlo y decidieron grabarlo con sus teléfonos móviles. Estas imágenes son compartidas después con familiares, que son los que esperan al otro lado de la frontera noticias de sus hijos, esposos o hermanos. En este caso específico, se dará una atención especial al joven Alfa, carente de cualquier tipo de apoyo necesario para andar e integrante claro del colectivo de vulnerables. Su historia es, sin duda, la historia del drama pero a su vez también de la fuerza que ha impulsado a este joven a seguir su camino. Marchó con 16 años, ha soportado de todo, hasta agresiones que no han obtenido respuesta judicial. Todo solo por cruzar. Lo ha conseguido. http://elfarodigital.es/ceuta/sucesos/190459-cuando-la-inmigracion-deja-marca.html

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